El veneno informativo
Tener toda la información a nuestro alcance puede ser más peligroso de lo que parece a simple vista. Uno de los grandes problemas que debemos afrontar en nuestro tiempo, es el bombardeo informativo al que estamos sometidos de forma continua. La irrupción de las redes sociales y las nuevas tecnologías han contribuido a ello creando el fenómeno de la infoxicación, es decir, recibir un exceso de información sin poder profundizar en gran parte de ésta. Sin embargo, no solo las redes sociales son las culpables del exceso de información: los medios de comunicación han encontrado una forma de manejar a las audiencias con la sobreexposición de noticias.
De esta forma, el público, abrumado por la cobertura que le dedican los medios, centra su atención en un tema determinado y no puede filtrar toda la información que obtiene, llegando hasta el punto de obviar noticias que pueden ser incluso más relevantes. El ejemplo más reciente de sobreinformación lo encontramos en la situación que se está viviendo en Cataluña, ya que todos los medios de comunicación se están volcando con ese suceso dando diferentes datos y confundiendo al espectador que, saturado, ya no sabe distinguir dónde se encuentra la verdad.
¿La enfermedad del siglo XXI?
La infoxicación no solo se centra en la desinformación, toda esa sobrecarga de noticias puede tener efectos perjudiciales para nuestra salud. La gran cantidad de datos a la que tenemos que hacer frente, provoca en el ser humano una falta de comprensión a la hora de procesar y analizar toda la información disponible que nos lleva a padecer el denominado ‘síndrome de fatiga informativa’, un término que fue acuñado por el psicólogo británico David Lewis. Las manifestaciones que pueden aparecer con este síndrome son: dolor de estómago, ansiedad, estrés, dificultad para tomar decisiones o trastornos del sueño.
Además de esto, estudios de la Universidad de Texas y la Universidad de Berkley (California), han afirmado que el consumo de noticias como tiroteos, incendios o terremotos nos producen una fatiga emocional que nos hace sentir miedo, tristeza o angustia ante la adversidad.
Una de las mejores soluciones que encontramos a la hora de luchar contra la infoxicación, es limitar la sobreexposición de noticias poco veraces acudiendo a fuentes que transmitan contenidos de calidad y fomentar una educación informativa que permita valorar la información con un espíritu crítico y analítico.
La reconversión del periodismo
Ante esta realidad, el periodismo, lejos de desmarcarse de esta tendencia, parece estar convirtiendo la información en un mero entretenimiento en el que se premia la inmediatez. En una entrevista para el periódico El Mundo, la periodista Rosa María Calaf, afirmaba que “solemos estar más entretenidos que informados; mientras la gente está entretenida con algo no se preocupa por otros asuntos”.
El hecho de que la concentración de medios sea cada vez mayor y las empresas controlen la información, ha ocasionado que el periodismo se contagie de la necesidad de difundir sucesos de forma continuada e incluso interesada, sin apenas tiempo para revisar los contenidos. La investigación de los hechos, buscar historias que apasionen al público o ser el vigilante del poder, parece ser un periodismo de otra época, algo remoto que ha quedado olvidado en el proceso de ‘informar’ a la población y abrirles otros horizontes.