Más allá de lo visible, allá donde se encuentra la Foto del Año

Un asesinato en Turquía, Foto del Año por World Press Photo. Realizada por Burhan Ozbilici.

Si nos adentramos en el mundo del fotoperiodismo, podremos encontrar mucho más que simplemente información a través de imágenes. La manera en la que esta información nos llegue y la composición que posea, determinará realmente la calidad de la misma e incluso lo que nos acabe por transmitir. No todo depende de los elementos que compongan una fotografía, sino también de la forma en la que estos estén dispuestos.

El pasado 17 de Febrero se anunciaron por fin los ganadores del mayor concurso de fotoperiodismo del mundo, el World Press Photo Contest, del cual por cierto también se celebraron 60 años desde su creación.

Cada año, de entre las más de 21 fotos ganadoras, se selecciona una de ellas que sobresale de entre todas las demás como Foto del Año. Para tal elección, “los criterios utilizados son una combinación del valor informativo, estándares periodísticos y la creatividad, y habilidades visuales del fotógrafo; que ha de capturar una imagen que represente en sí misma un evento de gran relevancia que haya marcado dicho año”, tal y como se estipula en la página web del concurso. Cada año se reúnen casi una docena de expertos en la fotografía y el periodismo de todo el mundo para determinar cuáles serán las fotos galardonadas, que se seleccionan en diferentes categorías, dependiendo de su naturaleza o forma de creación. De todas las fotos seleccionadas se elige la ya mencionada Photo of the Year, o Foto del Año.

La fotografía que este año se nos presenta como gran elegida, es obra del fotoperiodista turco Burhan Ozbilici. Fue tomada en Turquía, el 19 de Diciembre del año pasado, minutos después de que Mevlüt Mert Altintas, un policía turco fuera de servicio, disparara al embajador ruso Andrey Karlov al grito de “Allahu akbar” (Alá es grande), al que siguió diciendo “No olvidéis Aleppo. No olvidéis Siria”, minutos antes de dispararse a sí mismo. El suceso se dio en una galería de arte en Ankara, Turquía, durante el discurso del embajador.

Esta, junto a las otras 59 fotografías galardonadas con el mismo título durante los últimos 60 años, nos enseñan ciertas cosas a través de las cuales podemos determinar en cuánto a qué una imagen se convierte en gran ganadora y merecedora de ser llamado Foto del Año. Sabemos que en esta elección, se toma la fotografía desde un punto de vista más informativo. La Real Academia Española define la palabra fotografía como una “representación o descripción de gran exactitud”; y es que esta no se utiliza simplemente como algo artístico, sino que puede ser utilizada para contar historias o informar, como una herramienta más del periodismo. De hecho, según declara el fotoperiodista granadino Ramón L. Perez, “para que una fotografía llame realmente la atención ha de reflejar situaciones socioculturales o experiencias personales, o modificar de algún modo el estado anímico del espectador.” Una foto que sea capaz de cubrir todas estas áreas, será una fotografía de gran éxito.

De cualquier manera, y como ya hemos dicho antes, se tienen también en cuenta determinadas habilidades visuales y creativas a la hora de realizar dicha elección, que son las que posee el fotógrafo que es capaz de tomar los elementos que yacen frente a él y capturarlos de manera que transmitan emociones que cualquier persona, sin poseer conocimiento alguno sobre la materia y siendo su procedencia la que sea, pueda sentir. Es decir, es la capacidad de ver más allá de lo que el ojo humano naturalmente puede ver, y capturar esa visión en una imagen que a la vez sea atractiva a la vista. Y todo esto basado en el correcto ángulo, en el que luz y sombra se encuentren, creando lo aparentemente inexistente y provocando lo intangible, lo emocional. El famoso fotógrafo estadounidense, Edward Weston, decía que “a través del ojo fotográfico se puede ver el mundo bajo una nueva luz; un mundo en su mayor parte inexplorado y desconocido; un mundo que aguarda ser descubierto y revelado.” Esta capacidad no es sólo un talento con el que el fotógrafo nace y crece, sino que también reside en el conocimiento apropiado en cuanto al trabajo de los elementos existentes, para poder crear diferentes sensaciones visuales en el espectador. Una imagen en la que el contraste entre sombras y luces no sea tan fuerte no transmitirá la misma tensión en el espectador que una en la que este contraste lumínico esté más marcado. Lo mismo sucede con los contrastes de color o cromáticos, entre tonos más fuertes o débiles, cálidos o fríos. Estos contrastes se utilizan en fotografía para crear tensión, y llamar la atención. Robert Capa por ejemplo, uno de los fotoperiodistas más reconocidos del mundo, defendía que el mayor contraste entre los tonos negros y blancos de una fotografía debía centrarse en el sujeto fotografiado. De esta manera, la fotografía adquiriría una fuerza e intensidad únicas. Si atendemos a la obra de Burhan, nos encontramos una fotografía en la que los contrastes lumínicos y cromáticos no sólo tienen mucha presencia, sino que están fuertemente marcados. La función que estos aportan a la imagen se puede apreciar de manera muy clara en este ejemplo.

Sucede así también con la disposición de los elementos con los que se cuenta, y la perspectiva desde la cual se capturen estos mismos. Con la perspectiva, el fotógrafo no solo será capaz de manipular el tamaño y la colocación de los elementos para que transmitan una cosa u otra, sino que también podrá crear líneas imaginarias que dirijan nuestra atención a un punto o a otro de la imagen, destacando así un elemento por sobre los demás. Henri Cartier – Bresson defendía que la precisa organización de las formas que da a cierto acontecimiento su expresión apropiada es uno de los principales componentes de la fotografía; junto al reconocimiento simultáneo, en una fracción de segundo, de la importancia de dicho acontecimiento.

En esta fotografía en cuestión, encontramos varias líneas imaginarias que guían nuestra mirada en una dirección u otra, siendo la más clara de ellas la creada por el brazo de Mevlüt, apuntando hacia la parte superior de la imagen, el cielo, lo divino, Alá.

La disposición de los elementos y el ángulo desde el cual se ha tomado esta fotografía son también claves en la información que transmite; el protagonista no es el cuerpo que yace sin vida en el suelo, sino el artífice del asesinato y su actitud en cuanto a lo ocurrido. En esta imagen, la perspectiva escogida por el creador nos cuenta que las acciones no son tan importantes como las intenciones escondidas detrás de ellas. Al darle tanta importancia a la expresión facial del individuo (el color de su piel destaca sobre el fondo blanco, además de encontrarse próxima a uno de los cuatro puntos de atención más importantes en el encuadre de la fotografía) y al dedo que señala y explica su motivación, el autor nos está transmitiendo una emoción; nos hace una declaración de intenciones ajena a él mismo, a través de la colocación de los elementos que aparecen en la imagen. Con todo esto vemos que esta en sí no depende tan sólo de los elementos con los que se cuentan, sino de la composición que el fotógrafo cree a partir de ellos. Este puede transmitir infinidad de emociones, sensaciones e informaciones totalmente dispares entre sí a partir del mismo conjunto de elementos.

Entonces, a través de todo lo visto ¿qué es lo que podemos asimilar como más relevante a la hora de elegir la Foto del Año?

Si bien lo informativo es primordial (en este caso en concreto estamos hablando del World Press Photo Contest; un concurso de periodismo fotográfico, y no solo de fotografía en cuanto a lo artístico), es cierto que las sensaciones visuales que el fotógrafo sea capaz de transmitir a través de su obra serán las que marquen realmente su éxito. Richard Avedon, gran fotógrafo estadounidense del siglo XX reconocido especialmente por sus retratos, solía decir que era a través de sus fotografías que él podía hablar de manera más intrincada y profunda, más incluso que a través de las palabras. Esto nos enseña que, al fin y al cabo, lo que dice una obra no yace tan solo en los elementos que formen su contenido, sino sobre todo en lo que transmite su composición.

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