“Mi nombre es Camba”
Tras investigar cuáles son los mejores autores de periodismo literario, no podía negarme a los encantos de Julio Camba Andreu (Villanueva de Arosa, Pontevedra; 16 de diciembre de 1884 – Madrid; 28 de febrero de 1962). Era un hombre inteligente, con un gran sentido del humor, autodidacta, sin pelos en la lengua, guapo, y que ganaba un sueldo bastante decente a pesar de vivir en una época donde la libertad de expresión brillaba por su ausencia.
Como alumna apasionada por el periodismo, he seleccionado la primera columna que escribió en su trayectoria periodística para el diario ABC. Titulada “Mi nombre es Camba”, testimonio que queda recogido en el libro póstumo “Maneras de ser periodista” (2013). Un libro breve pero intenso. Lleno de pensamientos del escritor que intentan ser enseñanzas para todo aquel que quiera dedicarse a la profesión, pero que acaba convirtiéndose en un anti- manual para ser periodista.
Enseñanza para la profesión
“Mi nombre es Camba” fue publicado el 8 de octubre de 1913. Un año muy complicado en el que se estaba preparando una contienda a nivel mundial, donde se respiraba represión, violencia y conflicto.
Un artículo brillante donde describe de forma premonitoria su entrada en este periódico de corte centroderechista, inaugurando su sección en la capital alemana, Berlín, centro neurálgico de la Primera Guerra Mundial. “Yo también, al entrar en ABC, quiero presentarme a la manera alemana… Mi nombre es Camba”; “como entro ahora en el ABC (…)”; “a los lectores de ABC yo no voy a decirles lo que gano, ni lo que como, ni lo que peso”; “la idea que yo les dé a ustedes de Alemania, desde este Berlín, a donde vengo enviado por el ABC…”.
Camba es considerado una de las figuras más representativas del periodismo del siglo XX. Cronista de viajes, columnista de opinión y escritor a la altura de Chaves Nogales y Josep Pla. Destacó por su estilo directo, irónico, desenfadado y desternillante, convirtiéndolo en un escritor irresistible para sus lectores.
Su ideología política fue muy perseguida en su época. Era reconocido por ser anarquista y rechazar todo lo que venía estipulado por el Estado. Tuvo que subordinarse al republicanismo, al maurismo y al conservadurismo monárquico, escribiendo en periódicos de la talla de El País (1905-1907), El mundo (1907-1912), y ABC, donde trabajó durante muchos años antes y después de la Guerra Civil Española.
Y ¿por qué digo que tiene que subordinarse al conservadurismo monárquico? Porque debía guardar respeto al rey y a las autoridades del momento para seguir trabajando a ese nivel, eso sí, sin reprimir su inteligente ironía anarquista. “Y hasta S.M. el Rey, que fue informado especialmente de mi sueldo por un redactor de periódico, reconoció que yo estaba espléndidamente pagado” o “como si fuera a recoger de ustedes una orden militar”, dándoles la importancia que merecen protocolariamente.
Pero no sólo habla desde la cortesía y el respeto a las autoridades, también a sus lectores responsables de su “buena vida”, pero esta vez desde el corazón y el agradecimiento, no desde la ironía, empleando en todo momento el pronombre personal de la segunda persona: ustedes. “La idea que yo les dé a ustedes (…) y por eso necesito que ustedes me conozcan (…) para que ustedes (…)”. Pero lo combina con la primera persona del singular. Hablando a sus lectores siempre desde el yo y el pronombre posesivo de la primera persona del singular plural. “Yo soy un escritor tímido. Escribo mis artículos como escribo mis cartas (…) Yo necesito saber que el lector me conoce ya”.
Su humor y auto ironía
Camba siempre ha destacado por su dosis de humor y una auto ironía inimaginable: “Durante los primeros días estoy en la situación del hombre tímido…con las rodillas muy juntitas y una cara muy estúpida”. Burlándose de sí mismo, de sus nervios al entrar por primera vez en la redacción de un periódico donde todavía no ha logrado tener la confianza suficiente como para decir tonterías: “porque a mí se me ocurren muchas tonterías, y en cuanto tengo confianza con la gente las digo”.
A lo largo del artículo podemos meternos de lleno en la narrativa. Participando de ella y visualizando cada una de las escenas que narra con una escritura de carácter predominantemente descriptivo.
“Imagínenseme ustedes con un chaqué muy mal cortado. Yo avanzo hacia ustedes arrastrando los pies. De pronto me paro en seco, me inclino marcialmente… y exclamo, no sin cierta prosopopeya: -Mi nombre es Camba” haciendo también uso de los guiones propios al inicio de un diálogo, dándole un carácter teatral. No sólo aquí, también en los siguientes ejemplos.
– “Pues está bastante gordito”. Un pensamiento propio de la época donde se pasaba mucha hambre y donde estar gordito era símbolo de la aristocracia o la alta burguesía.
– “Pero si este chico gana lo suficiente. ¡Cómo se administre bien!”
– “¡Pero qué tonterías se le ocurren a este hombre…!. Utiliza puntos suspensivos invitando al lector a crear sus propias conjeturas en diversas ocasiones “Mi nombre es…” o “lo que hacen, lo que ganan…”.
La utilización de dos puntos para abrir un diálogo “luego publicó mi retrato, y las muchas decían: (…)” o “hace una profunda reverencia, y dice: (…)”
Adopta a lo largo de su reflexión un tono ligero y humorístico, muy fácil de comprender y leer. En ningún momento busca profundidad filosófica, sino entretener y hacer pasar un buen rato a sus lectores y que se abstraigan de la situación que se vive en el País.
A los 13 años, empezó su aventura
Julio fue un hombre culto y viajero. En este relato se encuentra en Berlín, pero con tan sólo 13 años se escapó de casa y embarcó como polizón en un barco y terminó cruzando el Océano hasta llegar a Argentina, dónde un año después fue acusado por impulsar la primera Huelga General del país. Y no sirviéndole de escarmiento, durante la Guerra Civil Española mostró su simpatía por el bando republicano, diciendo que “una revolución es siempre una obra de arte”.
Por otro lado, en este artículo detectamos cierto aire de mofa hacia los alemanes y la monarquía, pero siempre desde metáforas escatológicas como “tengo un chaqué alemán, pero no tengo pedantería ni afectación ningunas” o “los alemanes suelen decir todavía otras cosas: lo que hacen, lo que ganan…” refiriéndose sutilmente al carácter del Imperio Alemán y de los alemanes, a los que les gusta presumir y alardear de lo que tienen.
Según dijo Ortega y Gasset, “la más pura y elegante inteligencia del país” siempre fue de frente y sin engañar a sus espectadores, advirtiéndoles desde el principio que nunca le tomasen completamente en serio, ni completamente en broma.
Desde luego que leer tanta ironía en un texto tan pequeño es prodigioso, a la vez que inteligente pero sobre todo viniendo de un escritor que su mayor aspiración era “no tener que escribir”