Una paloma vuela frente a la Alhambra. Foto: Camila Montoya

A veces

Una paloma vuela frente a la Alhambra. Foto: Camila Montoya
Foto: Camila Montoya

Muchas veces creemos que las cosas que nos pasan son malas. Hay momentos en los que quieres tirar la toalla por que no das abasto para más, piensas que nada tiene sentido, que tu vida es una rutina. Ves el reloj y lo único que hace es avanzar, hacerte creer que vas contra el tiempo como cuando tienes la entrega de un trabajo y no has comenzado a hacerlo. En eso, quieres volver atrás, aquellos tiempos cuando éramos chicos y lo único que nos importaba era tener amigos con quien jugar. El único problema era que tu madre te regañara al llegar tarde a casa con algún raspón que te hacías con la bici, o al jugar «peleíta» los moretones. Sí que eran buenos tiempos, ahora, que lo piensas, mientras la vida va pasando, mientras vamos creciendo, miramos atrás y lo único que nos queda son esos bellos recuerdos de tu ciudad, de tu infancia, de tu primera pelea, tu primer beso, tu primer «amor», tu primera vez…

Y te das cuenta que todo pasa, que todo es relativo y que nada es para siempre. Ves el pasar de la gente sin imaginarte el rumbo de cada uno y pasa que por alguna razón tienes el sentimiento de querer parar el tiempo, que corra más lento, que se detenga en los momentos más felices de tu vida y disfrutarlos por mucho más. Pero no es así, la vida es un constante vaivén y tenemos la libertad de hacer lo que sea, porque podemos.

Podemos tomar decisiones sean buenas o malas podemos arriesgarnos, podemos decir al chico o chica con el que salimos que no quieres verlo más. Tienes la libertad de beberte lo que sea, en las cantidades que sea. Hacer tu vida, moldearla a tu manera, cada persona es quien quiere ser, no hay pegas porque nada es imposible.

Lo imposible lo creamos nosotros por miedo a que las cosas no nos salgan como queremos, y eso pasará, muchas veces las cosas no nos saldrán bien. Siempre tendremos caídas de las cuales habrá que aprender a levantarse, mover un poco el trasero y luchar por nuestros sueños, sacar las ganas de donde sea para poder estar bien con nosotros mismos, porque en este mundo estamos solos. Sí, solos, nadie es igual que nadie, cada persona tiene su esencia, sus opiniones, su manera de ver las cosas, lo que nos hace únicos. El detalle está en que tenemos que aprender a adaptarnos. Sí, a adaptarnos a todo y a todos, incluso a ese jefe que te recibe con mala cara todos los días en el trabajo, o las criticas malintencionadas de tus compañeros, a tus mismos padres, a tu familia…

Tratar de ver el mundo desde una perspectiva diferente. Tomarlo con tu propia filosofía, con las decisiones correctas, pensando en ti como primer plano, sin dejarte pisotear por los que vengan detrás. Echándole ganas a esa carrera que te apasiona. Rompiéndote el lomo por las noches para dar ese examen final que te saca canas verdes. Pasar tiempo con gente que te encanta. Tienes que vivir, caerte cien veces y levantarte mil, » La vida es tan simple como esa» me decía mi padre, «Quienes la complicamos somos nosotros» añado yo.

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