Gustavo Morales: «La fotografía es una gran obra de teatro»
“Siempre he creído que la fotografía es como una gran obra de teatro. Dispón a tu sujeto en su sitio, en su armonía, en su diálogo, en su contexto, en su luz; y si consigues llegar a los pedacitos del corazón de la gente, obtendrás una obra maestra”.
Así nos abre las puertas a su mundo Gustavo Morales, fotógrafo granadino sin tapujos que con excusa de la inauguración de su trabajo Involución, expuesto hasta el seis marzo en el Terra Bar de Granada, y rodeado del ambiente que acompaña al barrio del Realejo, nos refleja su realidad detrás y delante del objetivo.
Nos citamos una hora antes de la inauguración. Me encuentro con Gustavo, era puro nervio, un perfeccionista; revisa cada esquina de la sala buscando no toparse con algo que rompa la armonía de su obra. Una vez sentados en una de las mesas de madera del bar y observados por las inquietantes expresiones de sus fotografías, me cuenta que empezó con la fotografía hace unos cinco años, pero su pasión por ella viene de mucho antes.
Siendo niño tuvo la suerte de conocer este arte gracias a su abuelo, un artista enamorado de la naturaleza que le enseñó las maravillas que se pueden hacer con una cámara analógica. De hecho, esos fueron sus inicios, trabajando con el formato analógico. Su primera cámara fue herencia de su abuelo y sólo por eso ya la hizo especial, era una Yashica FX-3, “la mítica de objetivos fijos, de una buena calidad de imagen, de 35 mm de película, con la que hice unos primeros trabajos que sencillamente me llenaron, porque estar en el laboratorio, y con mi propia cámara ser capaz de revelar y de sacar una buena fotografía… para ser claros, es una sensación increíble”.
Gustavo Morales define su fotografía como abrupta “porque realmente me gusta que haya una declaración de intenciones”. Ha trabajado como fotoperiodista pero lo que realmente le apasiona y está especializado son los desnudos, aunque también se siente afín con los retratos y el bodegón.
Gustavo busca que sus proyectos impacten, que tengan una repercusión en el público. “Si veo que mi fotografía no va a tener ninguna repercusión prefiero no pulsar el disparador, porque no le veo un sentido claro a este arte”. Le ha llevado tiempo hasta perfeccionar su estilo y explica que se diferencia de otros fotógrafos porque tiene predeterminada su iluminación, busca que haya mucha luz, mucha claridad. A la hora de trabajar con sus modelos, se siente realmente cómodo cuando “se despojan de tapujos y se ofrecen a mí, se desnudan ante la cámara y exploramos juntos”.
Comenzó practicando y estudiando todos los géneros fotográficos, a nivel formal y artístico, con ello se fue acercando a diferentes autores, pero hay uno en particular con el que se siente muy identificado. “Se podría decir que tengo un precursor por excelencia, Robert Mapplethorpe, especialista en flora y en desnudos (…) en sus inicios, al igual que yo, se dedicaba a la fotografía social y de reportero, pero después de ello, consideró darle su toque y aplicarlo a los desnudos y a los bodegones de flora”.
Después de dirigir las miradas hacia el trabajo expuesto, le pregunto cómo le surgen las ideas, y, sencillamente nos responde que no hay un cómo. “No siempre tengo una idea clara en mi cabeza de lo que va a salir en la fotografía y de pronto tengo un ‘’flash’’ y tengo la necesidad de llevarlo a cabo ¡venga este trabajo tiene que salir adelante! Realmente no hay un por qué, quiero decir, hay gente que se prepara un proyecto fotográfico, pasan años administrando ese trabajo analizándolo al detalle, en cambio, yo no lo necesito, tan sólo quiero que el público vea mi realidad, cómo yo veo el mundo”.
Otra de las facetas de este desmelenado fotógrafo es la de autorretratarse, hace un repaso de sus fotografías, y entre ellas destaca un autorretrato, que confiesa, es el que más le representa. “Puedo hacer una criba así grosso modo de las fotos que tengo y hay una foto… que bueno, tengo que decir que como a otros tantos me gusta autorretratarme, y con mi cámara me busco en perspectivas aberrantes, en desnudos, me gusta sacarme en cualquier forma (…) hay una foto en especial que me identifica, en la que con mis gafas delante de la cámara poso de espaldas y me veo a mí mismo partido entre los dos cristales y el resto borroso. Es el puro reflejo de mi realidad, es como yo veo, sin mis gafas dejo de ser quien soy”.
Su fotografía peca de todo menos de conservadora, él mismo afirma que su público debe tener ‘’la mente abierta’’ porque las imágenes que muestran, como ya nos ha advertido, tienen un trasfondo que se sale de lo común. “Digamos que va dirigida a mentes abiertas, que no tengan reparo en ponerse frente a una imagen que choque, que impacte… Me gusta el impacto y que cuando la gente vea mi fotografía tenga algún tipo de reacción. No busco que aplaudan lo bonito de la fotografía, quiero una mueca buena o mala, una crítica de lo que retrato”.
Involución nació a raíz de una idea mientras cursaba sus estudios de técnico de iluminación y de imagen. Le mandaron un proyecto personal sobre la naturaleza, “un tema muy trillado, al que quería darle otra vuelta, enfocarlo de una manera distinta”. Así rompió de nuevo las barreras y salió de la zona de confort para enfrentarse a un proyecto en el que plasmaba la naturaleza que existe entre los animales y los humanos. “Me gusta ser abrupto y crítico con la fotografía, entonces dije; vamos a intercambiar un poco el rol con el que nosotros tratamos a los animales. De esto trata, de cómo nosotros debemos empatizar con nuestros animales domésticos, literalmente poniendo a mis modelos en el lugar del animal (…) Realmente esta es la crítica que pretendo con Involución, busco la empatía del ser humano con el animal”.
Respecto a proyectos futuros y las ideas que tiene en mente, Gustavo Morales nos adelanta que el próximo septiembre inaugurará la temporada de exposiciones de la biblioteca de Andalucía, en Granada. “Va a contar con tres exposiciones, Involución va a ser una de ellas, pero también voy a sacar dos nuevas; una criba de mis mejores fotografías de desnudos en gran formato (A1-A0), un gran impacto visual, y otra serie relacionada con la igualdad; con una simple fotografía a ras de pelvis voy a poner el género femenino en el masculino y viceversa, sin cambiar nada de lo que viene de naturaleza en mis modelos”.
A la pregunta del millón ‘el fotógrafo, ¿nace o se hace?’, Gustavo Morales suelta una carcajada y contesta que “realmente es 50-50, estoy seguro de que si no hubiese tenido esa relación tan temprana con la fotografía, quizás no me habría interesado tanto, pero si es verdad que es necesario tener cierta formación, cierto conocimiento de lo que puedes hacer con una cámara y del material (…) pero en cierto modo diría que se hace. Porque haciendo fotos vas descubriendo todas las posibilidades y de esta forma vas definiendo tu estilo. Te encariñas con este arte”.
Por último le pido un consejo para principiantes y para todos aquellos que tengan pavor por involucrarse con la fotografía: “La fotografía ha sido mi salvación, he encontrado en ella una forma de vida (…) comprendo que en este momento social la gente se desmotive por todos estos precios que le cortan a uno la respiración, pero yo soy un claro ejemplo de que se puede realizar un proyecto a un bajo coste (Gustavo se maneja con una cámara, un trípode, un foco y un fondo improvisado) así manejo mi estilo, por ello les invito a que si tienen ganas, se suelten y no tengan miedo de expresarlo todo con la cámara y desde luego no se necesita una cámara de alta gama para poder sacar tus ideas adelante (…) lo que sí hay que ser, es muy autosuficiente como bien se dice buscarse las habichuelas, usar las plataformas sociales, buscar contactos… jamás estarse quieto, tener mucho ánimo y empujar un poco esa vocación para hacerse hueco en el mundillo”.