Las oscuras leyendas de Iquitos
Iquitos es una ciudad ubicada en la selva del Perú. Una pequeña isla en la que se puede apreciar el río Amazonas, y gran parte de la riqueza que esta ciudad posee. Sus mitos o leyendas se conservan a través del tiempo; y son los relatos que desde tiempos inmemorables van de boca en boca estremeciendo a sus habitantes, especialmente en las noches de luna llena en las que un abuelo se sienta a contar sus historias.
A continuación te contamos tres sorprendentes relatos capaces de dejar perplejos a cualquiera.
El Chullachaqui
El chullachaqui protagoniza uno de los más famosos relatos. Se trata de un enano o “demonillo”, tal y como los habitantes suelen llamarle, cuyo nombre proviene de los términos quechuas «chulla» (disímil) y «chaqui» (pie), “pies disímiles.”
Según la leyenda de Iquitos, este enano del bosque tiene la habilidad de transformarse en cualquier otra persona que él desee para engañar a visitantes o locales viviendo en plena selva. Puede aparecerse como un miembro de la familia o un amigo. Los conduce hacia caminos equivocados, llevándolos hasta lo más profundo de la selva, y dejándolos así completamente perdidos. Los pobladores aseguran que llega hasta a matarlos, ya que la gente no vuelve a aparecer jamás. Se dice que la única forma de descubrir la identidad verdadera del Chullachaqui es mirarle los pies, puesto que uno de los lados está deformado. Consecuentemente, una vez descubierto, él tratará de esconder sus pies y escapará hacia la selva.
Según esta leyenda, una de las historias narra que un muchacho fue con sus padres a la selva para recoger leña. Los padres dejaron al niño solo por un momento mientras jugaba en un espacio abierto, cuando él vio que apareció otro niño de la misma edad en un árbol lejano. El niño del árbol le llamó por señas para que se acercara, pero el muchacho no salió del espacio abierto, prestando atención a la advertencia que sus padres le habían dado de no deambular por el bosque. Cuando los padres regresaron, el muchacho les contó sobre el niño del árbol. Ellos sabían que nadie vivía cerca del área, pero aún así fueron en su búsqueda, llevándose la sorpresa de que habían aparecido huellas extrañas por la zona. Las huellas parecían haber estado hechas por un ser pequeño con uno de los pies deformado.
El bufeo colorado
Al delfín rosado del Amazonas la gente suele llamarlo bufeo colorado, para distinguirlo así de los de color gris.
La leyenda de este animal cuenta que puede transformarse en un hombre de procedencia foránea (piel blanca, ojos azules, pelo rubio y cuerpo corpulento) al que le gustan las mujeres jóvenes. Se cuenta que, con esa apariencia, suele presentarse a las celebraciones que hacen los habitantes de algunas comunidades que viven cerca del río. Una vez que este ser se asegura del lugar en el cual se lleva a cabo el festejo, el delfín se arrastra como puede hasta el canto del río para secar su piel lustrosa de cualquier resquicio de agua; y una vez seco y de modo inexplicable, comienza a transformarse en ser humano, para poder ingresar a la fiesta sin evidencia alguna de la anormalidad de su anatomía, y poder enamorar así a alguna incauta señorita que quede prendada de su belleza. Una vez que la muchacha ya está enamorada de él, este pasa a visitarla cada noche marchándose antes del amanecer. Al poco tiempo, la mujer comienza a mostrar conductas extrañas; quiere permanecer todo el tiempo junto al río y, si los familiares no notan esta situación a tiempo ni la curan con un buen “chamán”, se dice que la muchacha puede quedar embarazada (hay casos existentes e inexplicables) muriendo en el parto, desapareciendo o incluso arrojándose al río, para no salir jamás.
Cuenta una vieja leyenda Shipiba que, hace muchísimos años, una tribu entera de humanos fue convertida en delfines de río (bufeos) por no haber querido entronar a una vieja hechicera; y que, desde entonces, sus descendientes pueblan alegremente el caudaloso río Amazonas y sus afluentes.
El tunche maligno
Se comenta en las comunidades que el tunche maligno es un ser que vaga por las noches oscuras de la selva, como un alma en pena. Algunos dicen que es un ave, otros que es un brujo o un espíritu del mal; “un diablo” que goza aterrorizando a la gente. Aunque nadie lo ha visto aún, todos lo reconocen con temor cuando, en plena oscuridad, se escucha un silbido penetrante. Dicho silbido, por instantes, se pierde en la lejanía del monte; pero vuelve a silbar sobre el techo de una casa, o a la orilla del río. Todo es tan rápido que la gente solo atina a persignarse o rezar; porque existe la creencia de que, cuando silba con insistencia por los alrededores de un pueblo, anuncia malos presagios; y cuando lo hace sobre una casa, anuncia alguna enfermedad o la muerte de alguien cercano.
Burlarse del tunche o insultarle puede costarle caro al atrevido, ya que lo hará enfurecer, y entonces atacará con mayor insistencia silbando. Cuenta la leyenda que lo perseguirá con tal ímpetu, que hasta el más valiente acabaría por entrar en pánico, llevándolo hasta la locura, o la misma muerte.
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