Cuando los regalos no eran digitales

Los regalos de Navidad eran juguetes de todo tipo
Imagen de regalos de Navidad. Foto: Álvaro Barbero

Los Reyes Magos están cambiando el sino de nuestros regalos conforme avanza la era digital. Móviles, tablets, ordenadores o videoconsolas son los obsequios más demandados cada Navidad para sus Majestades de Oriente, dejando a un lado lo tradicional. Desde hace aproximadamente una década, cada 6 de enero los Reyes Magos regalan más objetos digitales; la juventud abandona en el olvido a los juguetes y piden en su carta nuevos ordenadores, videojuegos o accesorios para sus teléfonos. Un cambio de mentalidad que se está produciendo y que perjudica a los jóvenes, ya que esto dificulta el desarrollo de sus capacidades imaginativas.

En este aspecto, hace unos años cada niño tenía en sus casas juguetes como espadas para ser los más feroces guerreros, pelotas de fútbol y baloncesto para emular a sus ídolos deportivos o ‘micro machines’, coches a escala, para hacer carreras junto a sus familiares o amigos. Unos regalos que disfrutaban el día 6 y que, algunos días más tarde, enseñaban con orgullo en la escuela.

Pero la primera afirmación no se puede extrapolar a todas las edades, puesto que los niños más pequeños de la casa siguen divirtiéndose cada mañana de Reyes con los juguetes de marcas como Disney, Lego o Playmobil. También existen otro tipo de regalos, en este caso didácticos, para los más benjamines que se entretienen con los sonidos y las teclas de los mismos.

LA ILUSIÓN DE CADA MAÑANA DEL 6 DE ENERO

Cuando se va aproximando la fecha de Reyes, se nos vienen a la cabeza miles de recuerdos del que era nuestro día más feliz del año. El día 5, con la cabalgata por las calles de Granada, la ilusión por ese día mágico iba en aumento y nuestro único objetivo era recoger los caramelos que tiraban los Reyes Magos. Una vez que pasaba el Rey Baltasar, junto con sus pajes y la Reina, llegaba la carroza de los ‘Pollos Arenas’ con su canción de ‘La gallina Turuleca’; un momento inolvidable que hacía bailar y cantar a todos los asistentes.

Al concluir la cabalgata, camino a casa, empezabas a soñar con los juguetes que te encontrarías al día siguiente. Una vez en el hogar, preparabas los zapatos, porque si no, no tenías regalos, colocabas varias copas con anís o leche para sus Majestades y, en algunas ocasiones, un cubo con agua para los camellos y te marchabas a dormir.

Por la mañana, cuando sonaba el despertador, dabas un salto, literalmente, de la cama para correr hacia el salón donde se encontraban los paquetes. Con unas ganas terribles, rompías con todas las fuerzas el envoltorio y veías la sorpresa. Casi siempre, los Reyes acertaban y te daban el gusto de jugar esa mañana con los juguetes preferidos.

A partir de ese instante, tu imaginación echaba a volar y te pasabas todo el día y las semanas posteriores jugando con los regalos de los Reyes. Sin duda, una sensación difícil de explicar que cada año, y con la era digital, se va perdiendo.

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