Bruselas
El 22 de Marzo, de nuevo despertamos compungidos con otra luctuosa noticia. Esta vez le ha tocado a Bruselas, Bélgica, y otra vez Europa llora. Cuatro meses después de aquel 13 de Noviembre de 2015, donde murieron tantísimas personas en Francia y donde el terrorismo se impuso a la cordura de la civilización occidental.
Otra vez ha vuelto a ocurrir. Unos salvajes, amparándose en un fanático grito religioso, han vuelto a sembrar la muerte, la sangre y el odio en una Europa cooperante, colaboradora y tantos adjetivos que le podamos aplicar.
Nuestro viejo continente debe empezar a luchar contra unos fanáticos que pretenden acabar con nuestra forma de vida, con nuestra cultura tal y como la conocemos. Pero para esa lucha hay que dejarse de hipocresías. No se puede decir en público lo contrario de lo que se piensa. Hay que actuar ya, olvidándose de intereses nacionalistas y haciéndolo como un único bloque. Occidente debe empezar a defenderse sin que quepan dobles sentidos o posturas equívocas o para la galería. Hay que llevarles la guerra a su terreno porque, no nos olvidemos, para ellos es una guerra y para nosotros debe serlo. Aquí no cabe aquello de que dos no se pelean si uno no quiere.
Nuestros políticos, los de toda Europa, deben dejarse de hipocresías y empezar a actuar. No queda otra. Ya no valen las declaraciones altisonantes esgrimiendo a los muertos y los heridos mientras el viejo continente llora. Aquí no se trata de ser solidarios, ese es un sentimiento que los terroristas, esas alimañas, no conocen o rechazan y como tal hay que tratarlos. Si no se actúa con la dureza que exige la situación se están sembrando las semillas para la proliferación y el crecimiento de partidos de extrema derecha. Hay que pensar si es esto lo que queremos.
Mientras tanto hoy todos volveremos a ser Bruselas.