Barbie, la película que hizo brillar a Ken

Por encima de mi preferencia inicial por Oppenheimer, motivada en gran parte por la compañía de mi padre y su generosidad al costear mi entrada, hoy es el día de adentrarnos en la película más  esperada del año.

No hace falta mencionarla, ya que es obvio de cuál película estoy hablando. Desde el principio, este filme atrajo la atención por el juguete llevado a la pantalla grande, pero lo que realmente destaca es su campaña de marketing, que bien podría considerarse la mejor orquestada en la historia del cine.

Barbie, bajo la dirección de Greta Gerwig y el guion de Noah Baumbach, nos ofrece a Margot Robbie en el rol principal, interpretando a una Barbie que, en su esencia estereotipada, se sumerge en una crisis existencial, cuestionando tanto su mundo como su propia razón de ser.

A lo largo de los años, esta película ha atravesado diferentes fases de desarrollo, y su versión de hace 15 años hubiera sido radicalmente distinta. Lo que la distingue es su negativa a seguir la fórmula convencional en el manejo de la propiedad intelectual. De manera deliberada, se aventura a desafiar y cuestionar la noción misma de la propiedad intelectual, así como a los propios creadores de dicha propiedad.

Esta película se zambulle en el mundo ficticio de Barbie con un guiño cariñoso, exagerado y estilizado. En profundidad, explora tanto los efectos positivos como negativos que Barbie ha tenido en nuestra sociedad, y plantea la interesante pregunta de si quizás también podría ser parte de la solución.

La película comparte algunas similitudes con títulos como Toy Story y La LEGO película, ya que profundiza en la relación entre las experiencias de las Barbies y la forma en que las personas del mundo real interactúan con estos icónicos juguetes.

Es digno de mención el ingenio de las bromas destinadas al público adulto y la reflexión sobre el impacto cultural de Barbie y Ken. Resulta especialmente entretenido cuando Ken se adentra en el mundo real y se enfrenta a las notables diferencias con su propio universo, lo cual aporta un toque de humor realmente acertado.

En el transcurso de la película, estos instantes no solo resultan cómicos, sino que también logran tocar una cuerda emocional, dejando una huella en aquellos espectadores que quizás no anticipaban encontrar una conexión tan significativa al ver una película de Barbie.

En mi opinión, el auténtico as en la manga de la película reside en su capacidad para sorprender. Aunque muchos podrían anticipar una cinta en la línea de las adaptaciones de juguetes, al estilo de las producciones de Hasbro con los Transformers, Barbie se distingue al no conformarse con ser únicamente comercial y entretenida durante su proyección. En lugar de eso, es una película atípica que, una vez sales del cine tras verla, no se olvida a los cinco minutos.

La película se embarca con determinación en la misión de transmitir un mensaje, y despliega varias lecciones que, sin duda, encontrarán su eco en los numerosos vídeos de TikTok. Además, se beneficia de sólidas canciones que encajan a la perfección con el tono de la cinta, junto con números musicales que destacan de manera notable.

La medalla de oro en ese aspecto indiscutiblemente se la lleva Ryan Gosling, quien cerca del desenlace de la película protagoniza una secuencia fenomenal al entonar su canción. Además, su personaje destaca como el más cómico de todos, y en cada instante, Gosling irradia carisma.

Margot Robbie cumple con convicción en su interpretación de la Barbie estereotipada, y su arco narrativo está hábilmente trazado en la película. Sin embargo, los verdaderos protagonistas de la cinta son la directora Greta Gerwig y el asombroso diseño de producción. El mundo que han forjado, junto con el ingenioso diseño de vestuario, respira vida y color en cada fotograma.

Esta marca su cuarta película, y resulta notoria la marcada diferencia entre todas ellas. Greta Gerwig ha rechazado encasillarse en un único estilo o género cinematográfico, exhibiendo una versatilidad que me evoca a la de Steven Spielberg. Su destreza para abordar diversas temáticas y narrativas resulta interesante.

Es innegable que hay secuencias que, en retrospectiva, podrían haberse acortado, ya que no justificaban su extensión, y algunas bromas no lograron su cometido. No obstante, la película conserva su capacidad para entretener. Los momentos que no resonaron del todo conmigo, como habría deseado, se ubican principalmente en la parte final del filme.

La película alcanzaba su punto culminante con la presencia de Barbie, pero sobre todo, con Ken cuando aparecía en pantalla. En las escenas en las que él no estaba presente, sentía la urgencia de que concluyeran pronto para poder deleitarme nuevamente con su personaje.

La película se embarca en la tarea de transmitir diversos mensajes profundos, especialmente significativos y conmovedores para las mujeres. La eficacia de estos mensajes varía según los pensamientos y las perspectivas individuales de cada espectador. Si la película les agradó, les sugiero que consideren ver Thelma & Louise.

 

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