El Chico y la Garza, magia cinematográfica
Quienes me conocen saben que amo el cine, pero pocos saben que mi interés por esta forma de arte nació gracias al cine de animación, en especial las películas de Pixar. Su habilidad para crear historias y personajes despertó mi pasión por el séptimo arte.
Sin embargo, en mi infancia, siempre sentí un cierto rechazo hacia la animación asiática. No puedo recordar exactamente por qué, pero existía una barrera que no lograba superar. Fue necesario llegar a la adultez para finalmente darle una oportunidad y lamentar no haberlo hecho antes. Como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena.
Este 4 de noviembre, finalmente tuve la oportunidad de ver en la gran pantalla mi primera película de Studio Ghibli, ‘El Chico y la Garza’. Esta película era una de las más esperadas del año, ya que marcaba el regreso del legendario director japonés Hayao Miyazaki y del icónico estudio de animación. Su última obra se presenta como una joya cinematográfica que reafirma su estatus como uno de los realizadores más importantes.
La película narra la historia de Mahito, un niño de 12 años que enfrenta la pérdida de su madre durante el bombardeo de Tokio en 1943. Debido a la guerra, se va a vivir con su madrastra, que es su tía. Posteriormente, unas criaturas la secuestran y él va en su rescate.
Es imposible no destacar la secuencia inicial, en parte por el uso del fuego, que presenta un aspecto amenazante y de una manera poco convencional en la filmografía del director. La combinación de la animación y el dibujo es espectacular, lo que demuestra el talento que hay detrás de esta película.
La cinta se desarrolla como una obra abstracta con toques de cine experimental, pero sin perder la esencia distintiva y profunda del autor. El imaginario desplegado en la pantalla nos lleva a una aventura que no decepciona. La animación fluye de tal manera que te sumerge en un mundo lleno de elegancia. ‘El Chico y la Garza’ es un claro ejemplo de cómo, a sus 82 años, Miyazaki sigue explorando nuevos límites y dimensiones en su mundo imaginativo.
La banda sonora, como es habitual en las películas de Miyazaki, cumple su papel al complementar la narrativa y añadir profundidad a la historia. La música guía a través de las diversas emociones que experimenta el protagonista en su viaje. En este aspecto, el estudio no decepciona, al igual que lo hizo con ‘El Viaje de Chihiro’.
‘El Chico y la Garza’ aborda varios temas recurrentes en la filmografía de Miyazaki, como la ausencia materna. Pero también explora aspectos fundamentales como la importancia de la familia y la amistad, así como la manera de superar una pérdida. En este sentido, Miyazaki regresa a sus raíces y demuestra su talento en la narración.
Aunque quizás no sea la mejor película de su amplio repertorio (aunque no se queda muy lejos), sigue siendo un fiel reflejo de la vida del director a través de los ojos de los niños que protagonizan sus obras y cómo ellos ven el mundo. A través del viaje de Mahito, la película muestra la necesidad de enfrentar y aceptar tanto lo positivo como lo negativo que la vida presenta.
En realidad, no se trata tanto de calificar las cosas como buenas o malas, sino de cómo la vida nos enfrenta a diversas situaciones en nuestro camino. La película sigue una estructura similar a ‘El Viaje de Chihiro’, con un viaje épico y atemporal que hace sentir que cualquier cosa puede suceder. En cuanto a la producción, es imprescindible destacar el asombroso diseño. La película se siente como un sueño, repleta de escenarios que destilan una fuerte personalidad.
En resumen, esta película se coloca como una de las joyas del año. Es un auténtico reflejo de la filmografía del director. No solo brinda una experiencia artística, sino que también muestra cómo el cine animado puede transmitir un mensaje poderoso, ayudando a comprender el pilar que puede sostener a la sociedad en un mundo a menudo aterrador. Algunas películas son vistas y de inmediato se reconocen que son obras maestras, y esta es una de ellas, destinada a perdurar en el tiempo.