Indiana Jones y el Dial del Destino, saga convertida en tesoro cinematográfico
La quinta entrega del arqueólogo, sin duda alguna, era una de las películas que despertaba mayores expectativas en este año. Desde su inicio, nos trasladamos al pasado, como si se tratara de una de esas apasionantes aventuras protagonizadas por un joven Indiana Jones luchando contra los nazis en el año 1941. En términos narrativos, la estructura está bien construida, y la aventura despierta un gran interés gracias a su innegable carácter clásico.
Uno de los grandes inconvenientes de esta entrega radica en el intento de rejuvenecer el rostro de Harrison Ford, y esto se convierte en un verdadero problema, ya que nos impide sentir que estamos presenciando al auténtico Indiana Jones. En lugar de ello, da la sensación de estar observando a un personaje de un videojuego recién lanzado para la PlayStation 5. Es sumamente complicado involucrarse plenamente en la película cada vez que se enfoca el rostro del protagonista.
Steven Spielberg, el director de las cuatro entregas previas de Indiana Jones, no puede ser responsabilizado por los resultados de esta quinta entrega, ya que quien se encuentra tras la dirección es James Mangold. Esta elección resulta acertada en función de los objetivos planteados. Mangold es un cineasta que se destaca por su trabajo para los servicios de los estudios, cumpliendo con encargos específicos.
Aunque es cierto que al inicio de su carrera James Mangold optaba por proyectos más personales, con el paso del tiempo se ha convertido en un director de encargo. No obstante, esto no resta mérito a su filmografía, ya que ha logrado crear películas de notable interés, como Logan o Le Mans ’66.
Mangold se revela como un director artesanal que cumple a la perfección con lo que se ha propuesto: crear una película que sirva como un ejercicio nostálgico, en el cual se entrelacen acciones que hemos presenciado en las entregas anteriores. Ya sea imitándolas astutamente o buscando el toque cómico, logra llevar a cabo esta tarea de manera excepcional y efectiva.
La quinta entrega, al igual que su predecesora, se presentó en el prestigioso festival de Cannes. Este último intento se asemeja demasiado a las fórmulas utilizadas en James Bond y Star Wars. Parece que la película se esfuerza en imitar descaradamente las historias y personajes de las películas clásicas, con la esperanza de que el espectador se sienta cómodo y familiarizado, mientras se esforzaba por inyectar un mínimo de interés en esta nueva aventura.
La película logra alcanzar su objetivo con éxito. La crítica estadounidense ha sido despiadada y exagerada. Sin embargo, funciona y su desenlace resulta impactante. No hay nada en ella que pueda considerarse ridículo o anticuado. A pesar del pequeño tropiezo inicial con el rejuvenecimiento, te encuentras inmerso en la historia de principio a fin.
El conjunto de la película, saturada con efectos digitales, intenta emular un estilo analógico. Sin duda, se ha dedicado un gran esfuerzo en lograr que se asemeje a los filmes de las décadas de los 70 y 80 y funciona.
La novedad radica en que Indiana ya no ostenta el absoluto protagonismo. Una porción de la acción cinematográfica se ve acompañada por el personaje encarnado por Phoebe Waller-Bridge. Ambos comparten el centro de atención equitativamente, y esto resulta sumamente beneficioso, pues ella no decepciona en lo más mínimo.
¿Y qué hay de Harrison Ford? Él también cumple con creces y, además, logra emocionar, especialmente en el clímax final de la película. Sin embargo, es Phoebe quien sostiene el ritmo, el humor y la aventura de manera magistral. Existe una pizca de genialidad en esa elección de reparto que indudablemente beneficia a la cinta.
Un acierto más es la elección de Mads Mikkelsen como villano, y hay que admitir que está verdaderamente genial en su interpretación. En cuanto a la trama, posee un potencial considerable, aunque no se aprecia plenamente hasta el último tramo de la película. La primera parte sigue la narrativa típica de Indiana Jones, donde la búsqueda de un objeto desempeña un papel fundamental. Este objeto en cuestión tiene un toque de fantasía que, con el transcurso de los acontecimientos, se convierte en algo fascinante, aportando tanto un sentido de aventura enérgica como una dosis de drama a las vidas de los personajes.
¿Es Indiana Jones y el Dial del Destino una gran película? La respuesta es no. Se trata simplemente de otro capítulo de la saga que sirve como ejercicio nostálgico para los fans. Sin embargo, no logra aplastarte con una sensación de melancolía, ya que la película no se presenta como una despedida definitiva del personaje.
Trata de adaptarse, mediante una aventura clásica, a los estándares de las grandes películas de acción contemporáneas. No tiene nada que ver con las frenéticas persecuciones que caracterizan a las cintas de superhéroes de Marvel y DC. Será interesante observar cómo reaccionará el público más joven, que desafortunadamente ha crecido exclusivamente con estas producciones.
Aquí no encontrarás secuencias de acción que desafíen las leyes de la física. El enfoque está puesto en que la aventura prevalezca sobre la acción. Quizás esta película no debería haberse realizado, ya que Indiana ha llegado a una edad en la que estas hazañas aventureras resultan un tanto inverosímiles.
Los responsables de esta película han dejado claro que le han dedicado todo su empeño. Su tramo final es verdaderamente fascinante y posee un desenlace que engancha por completo. No se trata de una obra maestra, pero es en esa última hora donde se encuentran ideas absolutamente brillantes y emocionantes. Eso, por sí solo, justifica ir al cine a verla.
La quinta entrega se encuentra a años luz de la trilogía original. Se trata, simplemente, de volver a encontrarse con uno de los personajes más importantes, si no el mejor, de la historia del cine, al cual se le tiene un aprecio inmenso. La nueva aventura busca alcanzar la suficiente dignidad en relación a lo que hemos visto anteriormente.