David Fincher: Un legado digno de estudio

Fuente de la imagen: Dereck Morrinson, 2011

Fincher, fincher, fincher. Desdichados sean mis ojos que observan tus películas más con la mano sobre el teclado que ellos sobre la pantalla. No es que sea la resquebradura mental colectiva de los hermanos Coen o el rey de las pistas como Jean Pierre Macville. Es más, ni siquiera se si llamarlo ‘’el andaluz veraniego del thriller’’ (por qué siempre busca las sombras cuando puede). Pero si de una cosa estoy seguro es que este aristócrata fílmico es un genio perspicaz, un amante de la complejidad judicial y sobre todo de plasmar una América nihilista. 

Acompañame a revisar su filmografía. A ver, a ver que tenemos: Alien 3, Fight Club, Se7en y The Game en los noventas. Vaya parece ser que se lució. Sigamos un poco más adelante. Zodiac, The Social Network, Gone Girl … Diablos, ¿este hombre no hace películas malas o qué? (¿Qué te creías? ¿Que iba a poner una película mala suya en este paréntesis? Anda ya). Pero ey, que mi adorable David no solo hace largometrajes. Es un fracasado en el mundo de la publicidad realizando anuncios de marcas que nadie conoce, véase Coca Cola, Nike o Levi ‘s. Además, hace videoclips con artistas de poca monta como Madonna o Michael Jackson. En pocas palabras, un don nadie. Aún así, aquí no estamos para repetir como una cotorra todos sus proyectos como asentir con la cabeza a tu vecino todo lo que dice para que te deje sacar los perros en paz. Paparruchas, vamos a lo que interesa. 

Que alguien encienda la luz que no veo nada

Al césar lo que es del césar, Fincher le da color a sus películas (ba dum tss!). Muchos insignes y reconocidos directores (no como mi amado Spike Jonze), por no decir todos, se apropian de un distintivo cromático y lumínico. Vamos como Gaspar Noe y su fetiche con las drogas y los neones epilépticos. Al igual que Coppola emplea el naranja para explicar el presagio de muerte o peligro de un personaje, Fincher emplea el verde para describir la podredumbre, una atmósfera cerrada y depresiva o el amarillo para incrementar la intensidad de las emociones. Aunque también emplea muchísimo los marrones (sobre todo el beige) en cualquier plano que haga. El personaje más importante (en realidad el protagonista es el ritmo métrico) es omnipresente quién lo diría. La luz, o mejor dicho, la ausencia de esta es un factor clave en sus cintas. ¿Por qué? Bueno teniendo en cuenta que la primera película que hizo fue Alien 3 y fracasó en taquilla no me extrañaría que tuviera un trauma que no cicatriza con el género del terror (sobretodo su odio irremediable a los blockbusters). Una simple relación de conceptos: ¿cómo te sientes cuando está oscuro? Solo, ¿cómo son los personajes del director? Anarquistas del sistema hasta arriba de testosterona. Un momento, así no era. Ahora sin tonterías, la oscuridad destapa la cara más sincera del individuo.

La ‘’sombra’’ no solo sirve para alinear o ‘’desalinear’’ al protagonista sobre la ambigüedad de la atmósfera en la que se desenvuelve. Actúa como un indicio de progreso de una lucha interna sobre cómo enfrentar la situación. En los momentos en los que el protagonista o el personaje en cuestión sea puro y no se entrometa en los hilos de la delincuencia (así como lo puede ser su actitud) habrá un ínfimo haz de luz sobre él. En sus universos, el personaje  se ve indirectamente envuelto en un mar oscuro donde reina la incertidumbre, el delito y la perversión del alma. Además, hay que sumarle el monocromatismo, la saturación sutil de los colores y sobre todo lo que yo llamo ‘’el frío visual’’. No me refiero a un estilo frío como la corriente de Antonio Pereda sino tirando más a los cuadros de Hopper. Fincher, gran conocedor de las inquietudes de los años 90, apela al aire visual como la soledad y la modernidad incluso cuando el marco parece ‘’lleno’’. Hay que tener en cuenta que sus movimientos de cámara son bastantes estáticos aunque tengan un uso de mano y openings ciertamente dinámicos. Esto lo sitúa en una posición clásica. No por nada sino porque desde que era pequeño veía al mismísimo Stanley Kubrick ir a por el periódico. Todo está en su sitio, inmóvil, hastiado y privado de motivación. 

La cámara, o mejor dicho, su angulación en la gran mayoría de casos está un poco más abajo de la altura en la que se encuentren sus personajes. Esto se debe a que cuando era pequeño siempre grababa desde las rodillas de los adultos. No solamente es más fácil entablar las distintas conversaciones una vez que dan pie a diálogos de ‘’desglose’’ (se explican nuevos conceptos en la trama o se destapan ideas) sino que nos hace estar más centrados en lo que se dice (que sirve para sorprenderlos con los giros de guión). Esto explica también el ‘’master con protecciones’’, es decir, como empieza con un plano general para presentar el lugar dónde transcurre la acción y acaba con close-ups, mostrando las facciones y motivaciones de los personajes (como la intro de La Red Social). 

Paso de este mundo

Su austeridad sobre el ingreso socio-laboral y su nihilismo americano profundiza la subjetividad del individuo que quiere tratar. Quizás no es tan burro pero por momentos adquiere un Bukowski Junior interior. La represión, la culpa y la duda sobre su integración en una comunidad lo llevan directo a las bases del crimen: la carencia de orden y, en definitiva, la corrupción moral. Peca de intransigente y de generalista pero bueno, es su película no la mía. Sus personajes, variopintos y deshumanizados, proyectan una de sus preocupaciones principales en la sociedad actual: una generación de hombres perdidos tanto en el mundo como en sí mismos. En Zodiac, Graysmith y Avery se alejan de sus amigos y de su familia, en Se7en se compromete la amistad y en F*ght Club, bueno en F*ght Club, que alguien les de un abrazo. La injusticia en los ambientes en los que Fincher se mueve actúa como un cuco que carcome los nidos que encuentra a su paso, es decir, todas las instituciones del estado. Por otra parte, el componente opresivo, el abuso, la arrogancia y los antagonistas son el combustible de odio de la susodicha sociedad podrida. El personaje, nietzscheano (o kubrickiano), sufre desgraciadamente de una redención imposible en una realidad que intentará pisotearlo constantemente. Y para colmo, los personajes (los escritores son seres viles que quieren verlos sufrir) desarrollan consigo una serie de traumas que no superan. Los usa como títeres con sus pasiones y temores haciéndolos pequeños frente a unas instituciones que los espachurran con sus privilegios de autoridad (a esto se le llama sociedad-espejo). En The Girl with the Dragon Tattoo o en Se7en es más que notorio un ambiente tanto fúnebre como aislado. Impide la catarsis a la ataraxia del personaje. De hecho, le hace sentirse más excluido y ‘’sodomizado’’. 

Ahora pasamos a publicidad

David Ficheros es un ser peculiar, y por ende, irónico. Osea, ¿sales de hacer publicidad para criticarla? ¿Injurias la mano que tanto tiempo te ha estado dando de comer? Eso sí, la tele ha sido su mayor mentor. Las influencias publicitarias son identificables desde los créditos iniciales dónde muestra su marca autoral y su atención al detalle y el despliegue técnico-artístico. El ritmo métrico, similar a un videoclip o un spot, engrandece aún más sus spins y secuencias. Es el componente fundamental, inextirpable de su estilo fílmico. Conoce las bases como la palma de su mano y sabe aplicarlas a la perfección. Al igual que un anuncio, sabe como hacerlo atractivo, sabe cómo incrementar la tensión y velocidad de los planos en función a la atención del espectador ya sea desde los nombres de inicio, colores o el concepto creativo. Y seamos sinceros, también se ha impregnado de un estilo hollywoodiense muy marcado (el tío no es tonto, sabe lo que funciona). 

Es más, trabajó en Industrial Light & Magic y fundó Propaganda Films. El peso y frenetismo narrativo de un anuncio y el empleo de los efectos especiales (CGI) se adhirieron a su estilo como un rémora a un tiburón tigre. Por momentos, parece que estés viendo pequeños fragmentos de un gran videoclip. Además, hay que comprender que este heraldo del cine del crimen ha participado como asistente de fotografía en películas como Star Wars VI y como operador de cámara en Indiana Jones. Su involucración en todos los ámbitos de la cinta le viene desde pequeño. Mientras que todos sus compañeros y amigos querían ser grandes directores, nuestro David de Miguel Ángel soñaba con ser foquista o tiracables. Si hay alguien en el panorama audiovisual que se merece un aplauso es él. No le importa tener que enzarzarse en cada detalle de la producción.

El perfeccionismo no conoce de amnistía

Si Kubrick es la excelencia personificada, yo diría que Fincher es el perfeccionismo. Repite y repite y repite. No llega a los niveles de exigencia de su ídolo. Supongo que será porque al menos tiene compasión (la leyenda dice que Shelley Duvall sigue haciendo tomas en la escalera). En un principio creía que era un Jim Thompson o un Alex Patterson de los audiovisuales pero luego caí convencido de las similitudes a la filosofía de Zygmunt Bauman (y también un poco del existencialismo de Heidegger). Quizás sean paranoias mías (lo son) pero lo que lo hace sargento es seguir siendo cabo. Estamos hablando de un símbolo, de un icono del cine de misterio. Se ha ganado el apodo de ‘’renovador’’ y no es para menos. Estaría viendo uno de sus anuncios de Converse ojeando en los recovecos de la pantalla para encontrar pistas de un asesino serial. Antisistema, anarquista, nihilista, pionero. Tiene tantos apodos como buenos proyectos. Pasamos demasiado tiempo pensando si es tan grande como Hithcock o Wilder y poco en que House of Cards es la ostia. Después de tanto texto creo que me merezco un café. 

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